El chupito y los guisos de esta serpiente son el menú en boga en Indonesia. Se consumen en restaurantes y puestos callejeros para remediar algún mal o fortalecer su salud.
Para la elaboración de los fritos y brebajes a los que se atribuyen propiedades capaces de curar disfunciones sexuales, asma o alergias, se extrae primero el veneno con el que una cobra puede matar a una persona. Después, el reptil es desollado y descuartizado.
Mientras que los productos hechos con el veneno, el pellejo o la carne devuelven también el vigor y la tersura de la piel.
"Muchos hombres acuden a nosotros para estimular su potencia sexual, la sangre fresca ayuda a liberar histamina", explica la propietaria del restaurante King Cobra de Yakarta, fundado hace varias décadas.
En una estancia trasera de esta taberna oscura y destartalada, se guardan en jaulas unos cientos de serpientes cobra, pitón y de otras especies de la isla de Java que en los próximos días hervirán en los pucheros o con los que se elaborarán diversas pócimas.
En la botica de este mesón, elaboran y venden jarabes, potingues y cápsulas
que, según se dice en las etiquetas, eliminan imperfecciones de la
piel, mejoran el rendimiento sexual, aumentan la actividad cerebral y
hasta facilitan alcanzar la paz mental.
La bebida estrella del local es la sangre fresca recién extraída de la serpiente, que, todavía caliente, es servida al cliente en una pequeña copa.
Se puede elegir entre la sangre de cobra negra, de módico precio; la
de cobra blanca, que es un poco más cara; y la de cobra real, por la que
hay que pagar unos 129 dólares en rupias indonesias.
Antes de la degustación, los clientes tienen que adentrarse en un pequeño cuartucho repleto de jaulas con serpientes y señalar la escogida al matarife, que la atrapa con un gancho no sin que la serpiente ofrezca resistencia.
Atrapada ya, la cobra despliega una característica caperuza para
indicar que se prepara para atacar la mano del matarife, que con rapidez
la agarra e instantes después le cercena la cabeza con un afilado
machete.
Mientras la cabeza todavía se mueve, el hombre exprime el cuerpo de
la cobra para que salga la sangre y esta caiga en un recipiente en el
que es mezclada con el aguardiente local, llamado "arak", y su bilis.
El mejunje se debe beber de un solo trago y seguido de un vaso de agua y un caramelo para
contrarrestar el fuerte sabor que tumba a algún que otro consumidor, al
que por lo general se le recomienda no tomar café, té, ni refrescos
durante las cuatro horas siguientes.
"Los más atrevidos toman un triple cóctel que elaboramos con sangre de cobra, pitón y serpiente verde y que multiplica los beneficios estimulantes", explica su propietaria.
Lejos de la discreción que conceden los restaurantes de pitanzas a base de cobras, también hay vendedores ambulantes que ofrecen en la calle productos de medicina tradicional y comida hechos con serpientes. Entre 8 y 80 dólares, se puede encontrar aceite, carne y alcohol elaborados con partes del reptil.
El comerciante de la fotografía también vende el animal vivo a quien se lo pida y
ofrece sus conocimientos culinarios para prepararlo, aunque admite que
su negocio se sustenta principalmente con los ingresos de los productos
derivados, como los ungüentos que blanquean la piel o escamas para hacer
infusiones afrodisíacas.

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