En un trabajo publicado por la revista Science, los investigadores descubrieron por qué la expresión "Esta noche no, cariño" puede llevar a "Deme otra cerveza". Las pruebas ayudarán a combatir el alcoholismo.
Millares de moscas macho frustradas han sido parte del estudio, que podría ayudar a que los científicos encuentren nuevos medicamentos para combatir el alcoholismo.
Uno a uno, los ansiosos donjuanes fueron colocados en un recipiente con
una hembra que acababa de copular. Por tanto, no estaba en absoluto
interesada en volver a hacerlo en seguida. Se apartaba rápido, le pegaba
al macho o expulsaba su órgano de desove para mantener al macho a raya.
Las moscas macho estuvieron en esa situación en sesiones de cuatro
horas diarias durante cuatro días, tiempo suficiente para que
desistieran de seguir buscando la cópula. Después, los machos rechazados
fueron puestos en frascos donde se les ofreció dos tipos de alimento,
uno normal y otro con alcohol. De manera sistemática se dirigieron al alcohol con mucha más frecuencia que los machos que habían terminado de copular. De hecho, los machos insatisfechos se pusieron evidentemente ebrios.
Algunos machos rechazados fueron llevados a un ambiente diferente para que estuvieran con hembras receptivas. Una vez que los machos tuvieron sexo, disminuyó su compulsión por el alcohol.
Los investigadores también colocaron a miles de machos de otros
grupos con hembras vírgenes muertas, de manera que no padecieron el
rechazo, pero tampoco tuvieron sexo. También consumieron más el alimento
con alcohol.
Entonces, el experimento pasó a la siguiente etapa. Los
investigadores realizaron otro trabajo relacionado con una sustancia que
está en el cerebro de las moscas llamada NPF.
Plantearon la hipótesis de que las actividades placenteras como tener
sexo impulsan la actividad de los circuitos cerebrales que utilizan la
NPF y eso genera satisfacción. Si una mosca no tiene el sexo que
pide, el sistema se descompensa y la mosca siente la necesidad de
buscar otras actividades compensatorias, como beber alcohol.
"Me parece que ésta es una muy buena apuesta para ponerla en práctica entre los humanos",
sostuvo Ulrike Heberlein de la Universidad de California en San
Francisco, quien dirigió el estudio. De hacerlo, "se podría decir que
ahora podemos comprender por qué una experiencia adversa como el rechazo
sexual puede llevar a alguien a beber".
Una futura investigación sobre el comportamiento de la NPF en los circuitos cerebrales podría arrojar luz sobre la biología del alcoholismo y posiblemente apuntar a tratamientos algún día, estimó Troy Zars, de la Universidad de Ohio en Columbia, quien no participó en el estudio reciente.
Fuente: AP
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