Quizá hayan podido jugar en clase, o quizá no, con esa especie de juego
de construcción de moléculas consistente en bolas representando cada
átomo y varillas para unirlos que representan los enlaces. Es lo que
hacían en una clase de química de quinto curso en la escuela Montessori
Border Star, en Kansas City. Una de las alumnas, Clara Lazen, de diez
años, hizo un modelo y le preguntó al profesor si correspondía a alguna
molécula real.
Ken Boehr, el profesor, no reconoció la molécula, y envió una
fotografía del modelo a un amigo suyo, profesor en la Universidad
Estatal de Humboldt, en California. El doctor Robert Zoellner les
comunicó que la molécula parecía viable, pero que nadie había oído
hablar nunca de ella. De esta forma nació el tetranitratoxicarbono (CH2NO3), que Zoellner considera que tiene un gran potencial para almacenar energía.
Zoellner ha publicado un artículo donde da cuenta del descubrimiento con Clara Lazen y Ken Boehr como coautores, informa la Universidad Estatal de Humboldt.
Ahora intenta buscar la colaboración de alguna universidad con más
recursos para intentar sintetizarla y ver qué propiedades tiene. La
posibilidad que parece convencer más a Clara es que resulte ser un
explosivo. "Sí, lo puedo vender a los militares y ganar dinero", bromea.
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