El reciclaje de herramientas de piedra durante la Prehistoria es un tema escasamente tratado debido a las dificultades para verificar esta práctica en el registro arqueológico. Sin embargo, es posible encontrar evidencias, como demuestra un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science.
“Para identificar el reciclaje es necesario diferenciar dos momentos en la secuencia de manipulación de un objeto –el momento anterior a la alteración y el posterior–, separados por un intervalo durante el cual el artefacto ha experimentado algún tipo de alteración. Es la primera vez que se hace un estudio sistemático de este tipo”, explica a SINC Manuel Vaquero, investigador en la Universitat Rovira i Virgili.
Los arqueólogos encontraron un alto porcentaje de restos quemados en el yacimiento de Molí del Salt (Tarragona), que corresponden al Paleolítico superior final, con 13.000 años de antigüedad. “Escogimos estos artefactos quemados porque pueden demostrar de forma sencilla si se ha producido una modificación posterior a la exposición al fuego”, asegura el experto.
Los resultados indican que el reciclaje de utensilios fue un fenómeno habitual durante el Paleolítico superior. Sin embargo, esta práctica no se documenta de la misma manera en todas las clases de artefactos. El uso de herramientas recicladas es más común en el caso de las actividades domésticas y parece asociado a necesidades inmediatas.
Reciclaje de utensilios domésticos
El reciclaje se asocia a un comportamiento expeditivo, una forma fácil y rápida de disponer de un utensilio cuando surge la necesidad. Las herramientas utilizadas en la caza, como las puntas de proyectil, por ejemplo, no fueron casi nunca fabricadas a partir de artefactos reciclados. En cambio, los artefactos dobles –los que combinan dos herramientas en una misma pieza– se reciclaron más.
“Esto indica que una parte importante de estos utensilios no se concibieron desde el principio como artefactos dobles, sino que primero se fabricó una herramienta y la segunda fue añadida posteriormente, cuando el artefacto fue reciclado”, apunta el investigador. La historia de los artefactos –la secuencia de modificaciones que han experimentado a lo largo del tiempo– es fundamental para entender su morfología final.
Según Vaquero, “esto es importante sobre todo desde el punto de vista del valor cultural de los objetos, especialmente en periodos como el Paleolítico Superior, en los que se tiende a asumir que la forma es siempre el reflejo de una imagen mental bien definida”.
Práctica sostenible de recursos naturales
El reciclaje pudo haber sido determinante en las poblaciones cazadoras y recolectoras del Paleolítico, si se toma como referencia el comportamiento de los indígenas actuales.
“Tiene importancia económica, ya que incrementa la disponibilidad de los recursos líticos, especialmente en contextos de escasez. Además, es un factor relevante en la interpretación de los yacimientos porque se convierten, no solamente en territorios donde se puede vivir, sino también en lugares de aprovisionamiento de recursos”, subraya el investigador.
La reutilización de recursos evitó a estos humanos tener que desplazarse a los lugares donde se encontraba la materia prima para fabricar las herramientas, que podían encontrase alejados del campamento. “Simplemente cogían un artefacto abandonado por los grupos que ocuparon anteriormente el yacimiento”.
Vaquero y su equipo creen que esta práctica ha de tenerse en cuenta a la hora de analizar los yacimientos. “Los pobladores de estas zonas pudieron desplazar objetos desde el lugar donde se depositaron originalmente, o incluso excavar o remover sedimentos para buscar las herramientas”, destaca el investigador.
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