"¿Es posible crear una verdadera inteligencia artificial? Y, si lo es, ¿cuán cerca estamos de lograrlo?", se pregunta el matemático Marcus du Sautoy.
"¿Supiste de Watson?". "No estaba muy seguro de qué hablaba", dijo, "¿Una nueva entrega de Sherlock Holmes?".
"Watson batió ayer por la noche el récord mundial en el programa Jeopardy", explicó.
Jeopardy es un programa de televisión
estadounidense que pone a prueba conocimientos generales. El triunfo de
Watson, una computadora, marcó un antes y un después en el campo de la
inteligencia artificial (IA).
Humanos contra computadoras
En el mundo científico hay una serie de retos
clave para cumplir el sueño de fabricar una inteligencia artificial y
lograr que una computadora supere lo que puede hacer un ser humano.
Triunfar en Jeopardy es uno de ellos.
Puede que a algunos les parezca algo trivial, pero nada más lejos de la realidad.
Tomemos por ejemplo esta pregunta: "Qué elemento, de número atómico 27, puede preceder al "azul" y al "verde"?
El cerebro humano es capaz de procesar el
lenguaje y rápidamente buscar en la enorme base de datos de su memoria
la respuesta "cobalto".
Las computadoras son cada vez más buenas
haciendo esto. Sólo hay que fijarse el modo en que parecen saber lo que
estamos buscando en un buscador de internet sin que apenas les digamos
nada.
No obstante, que los algoritmos matemáticos que
ejecutan estos motores de búsqueda puedan vencer a campeones del mundo
marcó el momento en que la inteligencia computacional dejó atrás a la
inteligencia humana en lo que a buscar información respecta.
No es la primera vez que la IA es sometida a examen.
En 1999 la supercomputadora Deep Blue de IBM venció al entonces campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov.
Al requerir un análisis lógico profundo de las
implicaciones de cada movimiento de ajedrez, éste quizás fue uno de los
ejercicios más fáciles a los que se puede someter a una computadora. El
pensamiento lógico es lo que hacen mejor.
El test de Turing
En una publicación de 1950 el matemático británico Alan Turing señaló que la clave del éxito de la IA es la comunicación.
Si usted hablara con una máquina a través de internet, ¿podría distinguir si se trata de una computadora?
Los seres humanos evaluamos la inteligencia de
nuestros congéneres a través de nuestra interacción con ellos, si una
computadora pudiera hacerse pasar por una persona... ¿podríamos decir
que es inteligente?
Ya existen algunos candidatos que están muy
cerca de aprobar este examen, conocido como el test de Turing,
incluyendo al robot cleverbot.
No obstante, hay muchos expertos que empiezan a cuestionar el que la interacción sea el requisito clave de la inteligencia.
Incluso si una computadora pasa la prueba, no significa que entiende nada de la interacción.
De hecho, el filósofo John Searle, puso a prueba
este concepto con un experimento llamado "La habitación china" que
cuestiona el que una máquina pueda realmente pensar.
Un ser humano se ubica en una habitación con un
manual de instrucciones en el que figura una respuesta apropiada para
cada serie de caracteres chinos visibles en la habitación.
Aunque la persona en cuestión no hablaba
mandarín, se demostró que podía mantener una conversación muy
convincente con uno que sí lo hablaba aún sin entender nada de lo que él
mismo estaba diciendo.
Searle compara al hombre de la "habitación
china" con una computadora leyendo un trozo de código. Si la computadora
no entiende el mandarín ¿cómo puede decirse que entiende lo que está
programada para hacer?
Es un poderoso argumento que va en contra del
test de Turing. Sin embargo qué es lo que nuestra mente hace en este
mismo momento leyendo estas palabras?
¿Acaso no estamos simplemente siguiendo unas instrucciones? ¿Podría considerarse todavía que la computadora entiende mandarín?
Visión de computadora
Probablemente, el mayor reto a la hora de crear una IA es igualar la habilidad humana de procesar información visual.
Las computadoras todavía distan mucho de lograr el nivel que tiene el cerebro humano cuando interpreta lo que ve.
Un ejemplo claro son esas letras que nos piden
que escribamos cuando algunos servicios de internet quieren asegurarse
de que es una persona, y no una máquina, la que está tratando de
enviarles un mensaje.
Es como un test de Turing a la inversa donde la computadora trata ahora de distinguir entre un humano y una máquina.
Los humanos somos capaces de distinguir entre estas rebuscadas letras mientras que la computadora es incapaz.
Esto es tan sólo un ejemplo de cuán mal las
computadoras procesan los estímulos visuales, por ello esto se ha
convertido en un reto crucial en el desarrollo de la IA.
Teniendo en cuenta la cantidad de cámaras de
vigilancia que cada vez más abundan en los núcleos urbanos de todo el
mundo, las firmas de seguridad adorarían tener una máquina que tuviera
capacidades similares a las humanas.
Sin embargo, todavía tienen que depender de humanos para detectar en las pantallas comportamientos sospechosos.
Las computadoras tienden a leer las imágenes píxel a píxel y para ellas es difícil integrar esta información.
Por lo tanto, parece que todavía tenemos un
largo camino que recorrer para fabricar un procesador que pueda
rivalizar con la materia gris de 1,5 kg ubicada entre nuestras orejas.
Cabe recordar que nos ha llevado millones de años de evolución el darnos cuenta de la formidable máquina que es nuestro cerebro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario