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lunes, 6 de febrero de 2012

¡Apaga y vámonos!

Todos los ciudadanos se quejan cuando compañías como Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, HC Energía, E.ON y otras suben el recibo de la luz. Pero el consumo de electricidad que se hace en los hogares en España es, por lo general, muy ineficiente. Se podría ahorrar mucho dinero sin ningún esfuerzo, según un informe del IDAE. Por ejemplo, desactivando el stand by, esa lucecita roja que tienen muchos aparatos y que, para muchos, es sinónimo de comodidad suprema, porque supone encender y apagar la tele sin moverse del sofá.


Un informe del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), organismo dependiente del Ministerio de Industria, pone de manifiesto que los hogares españoles derrochan gran cantidad de electricidad, por sus hábitos, o por desconocimiento. Es como si, sin darse cuenta, tuvieran un agujero en el bolsillo por el que, anualmente, pierden varias decenas de euros sin saberlo.

La lucecita roja, muy cómoda pero muy gastona
Algunos malos hábitos son de sobra conocidos: por ejemplo, no apagar la luz del comedor, o de la cocina, cuando no se está en esas habitaciones.

Pero otros problemas son más desconocidos. Entre ellos destaca el stand by: tener aparatos enchufados en modo operativo pero sin funcionar. Muchos de los aparatos en stand by, como la televisión, muestran una lucecita roja para indicarlo.

El IDAE señala que el problema del stand by ha ido en aumento. Cada vez hay más tipos de aparatos con esa modalidad, y los hogares cada vez tienen más aparatos con ese dispositivo.

La opción stand by está presente comúnmente en los aparatos de gama marrón, aunque algunos de gama blanca como las lavadoras también disponen de este tipo de dispositivos. El stand by ya inunda la mayoría de los hogares.

Lo peor, la tele
El 79% de los hogares con televisión dispone de este tipo de dispositivo, lo que muestra la importancia decisiva de los televisores en relación al consumo total asociado al stand by, dado el multiequipamiento de los hogares ligado a estos aparatos, dice el IDAE.

Cada hogar dispone de un promedio de 1,6 televisores con stand by. Pero además de televisiones, cada hogar dispone también de más aparatos, como DVD, PC fijo, PC portátil, módem/ADSL, cadena de música, consola, etc. El stand by ya está en casi todo.

Según los resultados del estudio del IDAE, el stand by alcanza casi el 7% del consumo eléctrico de un hogar y el 10% del consumo eléctrico de los electrodomésticos.

El derroche del stand by sorprende por las cifras, que en muchos casos supera a otros electrodomésticos. Con ese dispositivo, se produce casi más gasto que el que provoca la lavadora (un 11%), y muchísimo más que lo que gasta el ordenador (un 7%), el horno (un 8%), o el lavavajillas (6%).

Lo paradójico es que el stand by (en el que el televisor es el rey) gasta casi tanto como el propio televisor encendido (un 12%). Muchas veces, cuando a los españoles les da por ahorrar electricidad, su foco se centra en la iluminación, sin ser conscientes de que solo el stand by consume la mitad de lo que un hogar gasta en alumbrarse.


Mitos y leyendas urbanas
En cualquier caso, también con la iluminación (donde posiblemente más se ha avanzado en la concienciación del ahorro energético), existen muchos mitos y leyendas urbanas. La mayoría de españoles tiene suficientemente claro que las bombillas clásicas incandescentes gastan mucho. La duda que surge es si sustituirlas por tubos fluorescentes, bombillas fluorescentes compactas (denominadas también de bajo consumo), lámparas halógenas, o las nuevas LED.

Uno de los grandes mitos es que, si se enciende y apaga mucho la luz, el tubo fluorescente gasta más que si se mantiene todo el tiempo encendido. El consumo de un tubo fluorescente, al igual que cualquier otro tipo de lámpara, depende del tiempo que esté encendido, y no de las veces que se accione el interruptor. Lo que ocurre con los tubos fluorescentes es que cuanto más se enciendan o se apaguen, menor será su vida útil.
Sean fluorescentes (tubos o bombillas compactas), lámparas halógenas o LED, todas son, en mayor o menor medida, más eficientes que las bombillas clásicas.

Que se opte por un modelo o por otro dependerá de la inversión que se quiera hacer en la instalación, o del tipo de luminosidad que se necesite para cada habitación. Por ejemplo, un tubo fluorescente, que tarda ciertas fracciones de segundo en activarse y que ve acortada su vida útil por los sucesivos encendidos y apagados, es desaconsejable para un pasillo de tránsito, donde lo que se necesita es una lámpara que se active al instante y que, técnicamente, aguante cientos de encendidos y apagados.

Lo importante, siempre, es no tener la iluminación activa si no se necesita.

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