La especie fue introducida en Australia en 1935 y desde entonces ha causado importantes daños ecológicos y económicos, según un estudio.
El veneno del sapo americano puede ser la clave para erradicar a esta especie introducida en Australia en 1935 y que desde entonces ha causado importantes daños, según un estudio publicado.
El Rhinella marina fue introducido para combatir una plaga de escarabajos en las plantaciones de azúcar del estado nororiental de Queensland, pero, para desgracia de los agricultores, el sapo no se comió a estos insectos y al no tener depredadores se multiplicó sin control por casi todo el país a lo largo de los años.
Un grupo de científicos de la Universidad de Sídney y de la Universidad de Queensland liderados por Rick Shine ha experimentado con el veneno de este sapo americano y, al parecer, es la primera arma poderosa para evitar de forma efectiva la propagación de este animal, nativo de Venezuela y Centroamérica.
El veneno se coloca como cebo en trampas en forma de embudo para atrapar decenas de miles de renacuajos y se ha convertido en un "verdadero imán" para los mismos, comentó Rick Shine, profesor de biología evolutiva de la Universidad de Sídney en el artículo publicado en la revista Actas de la Sociedad Real B.
Uno de los principales obstáculos para eliminar a este sapo de caña, llamado también Bufo marinus, que está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, es la rápida reproducción. Una hembra llega a poner unos 30.000 huevos cada vez.
Esto supone que "si se mata al 99 por ciento de los adultos en una sola área, el resto puede producir una gran cantidad de crías en un abrir y cerrar de ojos y antes de que uno se dé cuenta ya se tiene tantos sapos como antes", explicó Shine, al insistir en que la solución al problema es que se detenga el ciclo reproductivo.
A través del estudio, los científicos descubrieron que la secreción que emanan las glándulas del sapo tras su muerte puede ser utilizada como cebo para matar a los renacuajos de una forma económica, fácil y eficiente. Lo que es mejor, este cebo veneno no es atractivo para los renacuajos de los sapos nativos, peces y otros insectos.
"En un estanque natural logramos atrapar unos 40.000 renacuajos de sapo americano en menos de una semana y creo que los capturamos a todos. Además, en las semanas siguientes, no salió ningún sapo de ese estanque", enfatizó el jefe de la investigación.
Los científicos esperan capacitar a los lugareños para que aprendan a extraer el veneno de los sapos sin peligro, ya que esta sustancia es muy peligrosa tanto para los humanos como para los animales salvajes y domésticos.
Tal es su toxicidad que en algunas zonas un 95 por ciento de la población de los animales que tratan de comérselos, como cocodrilos, iguanas y los gatos nativos o quolls, mueren en los meses siguientes de la llegada de este sapo americano a la zona.
La plaga del sapo americano, que mide hasta 15 centímetros de largo y tiene la piel rugosa y con protuberancias, también ha causado estragos en Hawai (Estados Unidos), Filipinas, Papúa Nueva Guinea y otras islas del Pacífico.
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