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miércoles, 2 de mayo de 2012

Conocer la alergia para tratarla


Con la primavera se vive un pico de respuestas alérgicas al pólen que es necesario conocer para poder tratar correctamente.


Llegó la primavera y con ella la incómoda alergia estacional. La alergia es una respuesta exagerada del sistema inmunitario que identifica como nocivas determinadas sustancias inocuas habitualmente toleradas por la mayoría de las personas. No se nace alérgico, sino que se tiene una predisposición genética y en función de los factores ambientales la persona se hace alérgica a determinada sustancia que se conoce como alérgeno. Los alérgenos pueden ser inhalados, alimentarios, fármacos, de contacto, ocupacionales/laborales, o venenos de insectos.

La alergia al polen es estacional y tiene su pico más alto ahora con la polinización de distintas especies. Pero esta no es la única posible, en los últimos 15 años las enfermedades alérgicas se han duplicado. Uno de cada cuatro españoles padece alguna y factores relacionados con la industrialización y el cambio climático están incrementando su prevalencia hasta el punto de convertir las enfermedades alérgicas en una epidemia del siglo XXI en los países desarrollados. A la mayor incidencia, se suma un incremento en la complejidad de los procesos, al observarse cada vez más la coexistencia de alergias alimentaria y respiratoria en un mismo paciente.

La Fundación BBVA ha presentado este mes de abril un libro que resume el conocimiento científico más riguroso y actualizado sobre enfermedades alérgicas en una obra elaborada por 64 especialistas. Es el tercer título de su serie editorial dedicada a la salud y en esta ocasión ha contado con la colaboración de la Fundación de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).

¿Cómo distinguir la alergia de un resfriado?

Uno de los principales síntomas de la alergia es la rinitis, lo que hace que muchas veces se confunda con un simple resfriado, dificultando su tratamiento. La alergia al polen produce rinitis estacional. Los síntomas varían de un paciente a otro aunque, por lo general, se caracterizan por picores e irritación de ojos, nariz, paladar y faringe.

Algunas personas padecen síntomas más graves como son, además de los anteriores, cefaleas, irritabilidad, depresión, insomnio, estornudos y lagrimeo. A veces la persona nota dificultad para respirar y un silbido con la respiración.

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