El país tiene medio millón de jugadores patológicos. Una persona gasta de media, por año, 2.700 dólares en apuestas. Crecen los casos entre menores y amas de casa.
Uno de cada cuatro adolescentes, por ejemplo, hace una apuesta a la semana, y el 11 % tiene riesgo de juego compulsivo, según la Asociación para el estudio del juego (Alea). En todo el país, 100.000 menores gastan compulsivamente en tragamonedas y otras máquinas del estilo.
Casi la mitad de ese medio millón de adictos al juego son pensionistas,
amas de casa, desempleados y, en general, personas con problemas que
buscan en el juego compensaciones afectivas o dinero para poder llegar a
fin de mes.
Estos datos hacen de Italia uno de los países más absorbidos por el
juego, un negocio que mueve 107.000 millones de dólares por año. Es la
única nación, además, que ahora gasta un 25% en juegos desde que comenzó la crisis en 2008, mientras que el resto del mundo ha reducido su gasto en un 5 por ciento.
La situación se ha hecho tan dramática que el ministro de Sanidad, Renato Balduzzi, ha anunciado curas gratuitas
para los miles de jugadores compulsivos, que serán tratados en
los servicios sanitarios públicos y por asociaciones de voluntarios.
Son 6.000 las personas que ya están en tratamiento
en 197 centros que curan las depedencias de alcohol, drogas, compras y,
ahora, el juego. Entre esos 6.000 adictos al juego, el 40% son
desempleados, precarios, pensionistas y amas de casa que cuentan a los
médicos que gastan entre 100 y 1.000 euros a la semana. Pero son capaces, también, de realizar gastos mayores, a riesgo de conseguir dinero de donde puedan.
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