Esta semana dos investigaciones revelaron resultados exitosos en el uso de células madre para tratar un infarto.
Nos acercamos a la era en que podremos curar
nuestras enfermedades, no solo trastornos del corazón sino de otros
órganos, con nuestras propias células.
En el primer estudio, publicado en The Lancet,
investigadores del Instituto de Cardiología Cedars-Sinai en Los
Ángeles, lograron reparar hasta 50% los daños causados por un infarto
inyectando al paciente células madre de su propio corazón.
Según los científicos, éste fue "un aumento sin precedentes" de músculo cardíaco sano.
Un día después, una revisión de 33 estudios llevada a cabo por Cochrane Collaboration
encontró que la terapia de células madre tomadas de la médula ósea
logró ofrecer "una mejora moderada" a los pacientes que sufrieron
infarto.
En los ensayos habían participado más de 1.700 pacientes.
Aunque los investigadores afirman que ahora se
deberán llevar a cabo estudios a más largo plazo para ver si esta
terapia afecta la expectativa de vida del paciente, los resultados
ofrecen esperanzas porque cada vez nos acercamos más a la era de las
llamadas "terapias personalizadas" para curar un corazón lesionado.
Cuando un paciente sobrevive un infarto, se produce muerte en el tejido del músculo, el cual queda reemplazado por una cicatriz.
Con esto el paciente queda debilitado y con altas posibilidades de necesitar medicamento para el resto de su vida.
Impacto a largo plazo
Los científicos están demostrando ahora la
efectividad de las células madre para reducir esta cicatriz de tejido
cardíaco y reparar el corazón lesionado.
Un método consiste en tomar células del corazón
del paciente, cultivarlas en el laboratorio para generar millones de
nuevas células cardíacas y posteriormente inyectarlas de nuevo al
paciente para generar nuevo músculo cardíaco.
El otro método utiliza una técnica similar pero
en lugar de tomar células del corazón se toman de la médula ósea, que es
una fuente esencial de células madre.
Los ensayos revisados por Cochrane, realizados y publicados hasta 2011, involucraron esta técnica con médula ósea.
El análisis concluyó que la terapia "puede
conducir a una mejora moderada a largo plazo" en la función cardíaca, lo
cual, agrega, puede ser "clínicamente muy importante".
Lo que hasta ahora no se sabe, sin embargo, es
cuál es el efecto a largo plazo de esta terapia y si tiene un impacto en
la longevidad del paciente.
La doctora Enca Martin-Rendon, especialista del
Hospital John Radcliffe en Oxford y principal autora del análisis,
explica que además de la mejora en la función cardíaca, "la terapia de
células madre puede también reducir el número de pacientes que mueren
posteriormente o sufren insuficiencia cardíaca".
"Pero actualmente carecemos de evidencia
estadísticamente significativa en el número pequeño de pacientes que
hasta ahora han sido tratados".
El profesor Anthony Mathur, de la Escuela de
Medicina y Odontología del Hospital Barts de Londres, está dirigiendo
actualmente el mayor ensayo clínico que se ha llevado a cabo con células
madre en pacientes que sufrieron infarto.
El estudio comenzará este año e involucrará a
3.000 pacientes en varios centros de Europa. Y se espera obtener los
resultados rápidamente. Se
inyectarán las células madre a los pacientes cinco días después de haber
sufrido el infarto y posteriormente se les hará un seguimiento de dos
años para ver si la terapia tiene un impacto en su expectativa de vida.
Las enfermedades cardiovasculares, incluidos
infartos e insuficiencia cardíaca, son la principal causa de muerte en
todo el mundo.
Así que muchos investigadores trabajan con ahínco para encontrar un tratamiento que prevenga o cure estos trastornos.
Todavía, sin embargo, serán necesarios más estudios para que estén disponibles en la clínica.
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