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lunes, 23 de abril de 2012

¿Quién ha matado a mi jefe?


El escenario de un crimen se convierte en el mejor lugar para analizar las motivaciones y relaciones interpersonales entre los miembros de un equipo de trabajo. El análisis del reparto de tareas, la manera en la que se afrontan los retos, la autoestima y la autonomía en la toma de decisiones de cada empleado son algunos de los aspectos que ayudan a desenmascarar al asesino.

Una reunión de trabajo se convierte en el escenario de un crimen, en concreto, el asesinato del director general de una compañía. Nadie puede entrar ni salir de la sala y uno de los presentes es el asesino. Este es el panorama que Esteban Solano Rada, experto en consultoría sobre desarrollo de personas y equipos, dibuja en su libro ¿Quién ha matado a mi jefe? (Esic).

A través de las pesquisas y reflexiones del último empleado en llegar, y único libre de toda sospecha, el autor nos introduce en el mundo de las motivaciones, el trabajo en equipo y el buen y mal liderazgo. Esta situación tan extrema permite comprobar cómo muchas de las tensiones laborales tienen su origen en que nos enfrentamos a ellas con ideas preconcebidas y poco contrastadas. A la vez que solemos creer que a nuestros compañeros tan sólo les mueve el afán de ganar dinero y que la culpa de nuestra baja involucración es porque nadie nos motiva y hace partícipe de los proyectos empresariales.

El objetivo de Solano es enseñarnos a contemplar los problemas y relaciones interpersonales a través de distintas perspectivas. Hay que abrir nuestra mente y entender que lo que es válido y bueno para uno no tiene que serlo para otro. La diversidad es una parte esencial de las compañías y aprender a gestionarla el gran reto de los responsables de equipo.

Siguiendo el hilo de las investigaciones del señor Gris, el protagonista de la historia, se analiza cómo afrontar los retos: la importancia del esfuerzo, la persistencia, la capacidad de elección, la determinación y la fuerza de la motivación interna y externa.

Otro de los aspectos en los que el autor profundiza es en cómo construir la autoestima, hacer frente a la incertidumbre y orientar la conducta a la consecución de objetivos. Esto último es fundamental para Solano que opina que “es básico tener unas metas claras a la hora de trabajar”. Asimismo también insiste en que, en este punto, la empresa debe ser coherente con lo que dice y hace; porque, demasiado a menudo, se exigen unos resultados y se prometen unas recompensas que luego no se cumplen.

La autonomía y la libertad para opinar son dos aspectos en los que se profundiza en la obra de Solano. El autor afirma que un buen jefe debe dar alas a sus colaboradores para actúen bajos sus valores y opiniones. Las consecuencias más comunes de tener un equipo que sólo ejecuta lo que se le manda suelen ser la pérdida de oportunidades y unos resultados estancados.

Relacionado con la autonomía, Solano hace especial hincapié en la importancia de dar feedback. Éste debe ser constante e inmediato. Si el profesional conoce qué puede mejorar y qué hace bien la implicación con su grupo de trabajo y con el proyecto empresarial será mayor.

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