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martes, 24 de abril de 2012

¿Haces felices a tus empleados?


En una ‘start up’ es más fácil transmitir pasión que en una gran compañía. El proyecto nuevo y la visión ilusionante sirven al principio como impulso para la motivación. Pero el emprendedor, que también es jefe, debe cuidar multitud de detalles para asegurar la satisfacción.


Descubre lo que amas para montar un negocio y tendrás un buen principio para lograr el éxito. Consigue transmitir esa pasión a los empleados que has escogido para poner en marcha tu proyecto, y la empresa estará impulsada por una fuerza casi imparable.

Si la felicidad en el trabajo es determinante en cualquier compañía, en una start up se convierte en un factor diferencial. Aquí la gestión emocional del emprendedor (que es el jefe) es fundamental para mantener la visión ilusionante del principio.

Las reglas de juego no son las mismas en una empresa que comienza que en una compañía que navega a velocidad de crucero, dirigida por directivos. El emprendedor ha de demostrar una mayor flexibilidad que la que se le supone al mando de una compañía madura. El innovador que desarrolla una start up no puede ofrecer una imagen de marca consolidada o la seguridad de una gran organización, pero puede brindar a su plantilla un proyecto y una visión.

Javier Mateos, director general de Think & Go, explica que “el emprendedor debe transmitir que el equipo lo es todo y hacerle partícipe de sus éxitos. Es bueno que los miembros de la compañía sepan cuáles son los retos y cómo contribuye cada uno a cada hito de la organización. Puede ser que los éxitos tarden en llegar y luego se aceleren, o que lleguen pronto y posteriormente se retarden. Es necesario, por tanto, gestionar las satisfacciones y las insatisfacciones; la euforia y el desánimo”.

El emprendedor debe tener la cabeza fría para tomar las decisiones adecuadas en cada momento, teniendo en cuenta que cambian las reglas. Mateos afirma que el creador de empresas “necesita gente con mentalidad de multinacional y espíritu de McGiver”.

Ovidio Peñalver, socio director de Isavia Consultores, recuerda que “el emprendedor que funda una compañía se está jugando de algún modo la viabilidad económica y familiar, y eso lo notan los empleados”. En ese sentido, el experto considera que el creador de empresas muestra una mayor cercanía: “Trabaja en equipo y suele estar más próximo a su gente; conoce mejor la vida de sus empleados; busca soluciones más colaborativas y trabaja de una manera más humanizada”.

Flexibilidad
A esto se une el hecho de que el emprendedor ha contratado a la gente que trabaja con él, de manera que debe confiar en que ésta haga su trabajo. Es necesario que les otorgue la flexibilidad necesaria para que desarrollen sus proyectos y evitar el micromanagement habitual en muchos jefes.

Peñalver afirma que “el nuevo empresario debe buscar o dar autonomía a sus empleados. Cuando contratas a alguien, lo haces por su potencial. Lo que hace hoy no es lo que estará haciendo dentro de dos años, por lo que buscas a alguien autónomo y flexible que casi sea capaz de ir creando su propio perfil profesional, su propio puesto de trabajo”.

Con autonomía, el colaborador puede crecer con el proyecto y con la empresa. Según se desarrolla la firma crece el empleado. Ésa es la gran motivación.

Para Montse Ventosa, socia de Sticky Culture, es importante desmitificar qué significa “hacer feliz a los demás”. En su opinión, se trata básicamente de crear el entorno que favorezca que cada persona encuentre su propia forma de ser feliz. La experta cree que “uno de los principales obstáculos que se puede encontrar el emprendedor para conseguir la satisfacción laboral de su plantilla es pensar que todo el mundo es igual –o creer que es igual que uno mismo– , olvidando que las personas son diferentes y que lo que necesitan también es distinto”.

Crea espacios para que la gente diga lo que piensa de verdad en lugar de lo que piensa que tiene que decir. Eso reduce los niveles de estrés y permite que las personas se sientan más a gusto. También se gana tiempo cuando la gente no tiene que adivinar lo que piensa que tiene que decir en lugar de, simplemente, decirlo.

Practica el feedback constructivo sobre el trabajo (no sobre la persona): evita el mito de que sólo se puede hablar de las cosas buenas. Ese entorno resulta artificial e inspira desconfianza. Las personas necesitan saber qué se espera de ellas.

Céntrate en los comportamientos concretos que estás evaluando.

Limítate a la situación concreta en la que se producen los comportamientos.

No olvides que tú también tienes mucho que aprender del feedback: da ejemplo con una actitud receptiva respecto al feedback recibido.

El consenso no siempre es bueno. Fomenta llevar la contraria con razones y no sólo porque sí. Debes hacer todo lo posible por que la gente sea capaz de expresar visiones distintas respecto de un problema.
Construye sobre las fortalezas de la gente en vez de enseñarles a mejorar sus puntos débiles.

Comunica las necesidades del negocio y escucha las de la gente. Tus empleados quieren que la empresa vaya bien, y tú que a ellos les ocurra lo mismo. Atiende a las demandas de cada uno, porque el café para todos ya no sirve. Ten en cuenta que las exigencias de los individuos son muy diferentes y pueden cambiar con el tiempo. Es conveniente encontrar soluciones compartidas entre las personas y las empresas.

El emprendedor y el efecto contagio
Cada vez más personas se plantean si realmente son felices con lo que hacen. El trabajo nunca ha sido más importante como motor de cambio social y económico en un entorno en el que pocos se resignan ya a pasar ocho horas diarias en un empleo que no les aporta nada.

La actividad laboral influye en el nivel de bienestar subjetivo de las personas, positiva o negativamente.
Cuando los empleados son felices, se produce el efecto contagio. Es lo que Montse Ventosa, socia de Sticky Culture, llama cadena de valor social: las personas felices contribuyen a crear empresas felices y ayudan además a generar una sociedad satisfecha.

Si la persona que contagia positivamente es el fundador de la empresa (el emprendedor), este efecto tiene más poder.

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