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martes, 17 de abril de 2012

'Frikieconomistas', la corriente alternativa contra la crisis


El hombre ha tratado siempre de anticiparse a su suerte. Hoy, los grandes gurús de la economía lanzan solemnes pronósticos sobre el porvenir financiero para aplacar la sed del homo superstitiosus. A pesar de que la curiosidad por saber qué depara el futuro siga en auge, figuras como los oráculos, los adivinos, los videntes o las sibilas han caído en el olvido.


Un proceso de selección natural que ha originado dos grandes castas: las seguidoras de la economía micro y de la macro. A esta última doctrina pertenecen los profetas del siglo XXI. Los macroeconomistas se ocupan de cuestiones como la inflación, las recesiones o las crisis financieras.

Son los que aparecen con frecuencia en televisión y predicen qué va a ocurrir con el sistema económico, explican el periodista Stephen J. Dubner y el economista Steven D. Levitt, el dúo que ha revolucionado el mundo con sus teorías económicas y que ya ha vendido millones de ejemplares con su bestseller Freakonomics. Un éxito que también esperan cosechar con la segunda parte del libro, 'Superfreakonomics' (Debate).

Cara o cruz
Para estas rara avis, los expertos en macro gozan de un prestigio heroico cuando las cosas van bien, o sufren el linchamiento social más descarnado cuando se tuercen. Es más, afirman que "tratar de adivinar el futuro de un sistema financiero tan gigantesco, dinámico y complejo como el actual es, además de muy difícil, imposible y, por tanto, iluso, porque es tan cambiante como el tiempo".

Un mal hábito que, no obstante, Dubner recomienda ignorar: "Yo animaría a la gente a que considere a estos gurús como niños que balbucean sobre algo de lo que no tienen ni idea". A su juicio, antes de estudiar economía, los teóricos deberían profundizar más en su conocimiento de la naturaleza humana. "La economía está íntimamente ligada a la psicología y al comportamiento del hombre. No podemos obviar esta variable, ya que el ser humano influye de forma directa y determinante en el sistema financiero", apunta.

Y, si el dinero es el centro del universo, lo normal es que "la gente pase la mayor parte de su vida hablando de ello. Esto se debe a que el dinero es un tipo de medida perfecto", reconoce el autor. Esta forma de medir, sin embargo, no puede aplicarse en campos tales como la psicología o las emociones, "lo que explica que los economistas se limiten a ignorar este factor".

Pero estos frikieconomistas no son los únicos. A esta serie de expertos atípicos se suman autores como Richard Thaler (autor de Quasi rational economics) o Dan Ariely (Predictably irrational), consagrados a la corriente que emparenta la economía micro con lo emocional -también conocida como economía conductual-, que cada vez gana más adeptos.

Aliciente estratégico
Estos férreos defensores de la microeconomía consideran que hay que empezar por comprender qué mueve a los individuos a tomar sus decisiones. Y en este ámbito, la mayor parte de los expertos coinciden: el hombre se mueve por incentivos. La crisis no tiene nada del otro mundo. Todos los que participaron en la venta de hipotecas basura y compra de paquetes de deuda de alto riesgo, actuaban motivados por los mismos incentivos. Todos querían valor y dinero al menor riesgo.

Esto explica en parte que la deuda fuera rebotando de unos a otros, "hasta que explotó, ya que partía de una base defectuosa". Asimismo, añade que "si alguien le dijera a una persona que va a llover justo el día que piensa salir de vacaciones, después de ver 100 días soleados maravillosos, se limitará a ignorar el comentario, porque no le conviene". Y esta actitud es inherente a la naturaleza humana.

Mentiras
A esto se suma que "algunas agencias no inspeccionaron adecuadamente a las compañías que les pagaban antes de elaborar el rating. Los vendedores de hipotecas tampoco deberían haber incitado a la gente a que mintiera sobre sus ingresos para conseguir la casa y, de esta forma, obtener ellos su comisión".

En el ámbito político también podría aplicarse esta misma regla de tres. "La política atrae siempre a personas de la misma calaña movidas por idénticas motivaciones". Un incentivo que, probablemente, carecería de interés a ojos de los empresarios multimillonarios, ya que pasarían a formar parte de un sistema demasiado controlado.

Según Dubner, si los gobernadores recibieran un sueldo diez veces mayor al que perciben en la actualidad, aceptarían menos sobornos, el nivel de corrupción caería en picado, "y atraerían a otro tipo de gente más honrada". Asimismo, agrega que "si aumentara el grado de transparencia en las instituciones políticas, los mandatarios harían mejor su trabajo, pero los periodistas perderían el suyo", bromea.

Sin embargo, lamenta que, de momento, "la cualificación y las intenciones de la gente que compone el aparato de gobierno, no suelan ser las mejores para la sociedad".

El 'mono sapiens' y la economía simiesca
"Los monos también son personas", sostienen Dubner y Levitt en su libro 'Superfreakonomics'. Según un experimento realizado en capuchinos por el economista Keith Chen, profesor asociado de la Universidad de Yale, los monos son capaces de manejar dinero como los humanos.

Los capuchinos, que en palabras de Chen "tienen un cerebro pequeño y están muy centrados en la comida y el sexo", aprendieron a valorar unas piezas metálicas "que no eran comestibles y con las que no podían practicar sexo" al darse cuenta de que podían cambiarlas por golosinas.

El estudio demostró que "cuando el 'precio' de un alimento subía, los monos compraban menos, y cuando bajaba, compraban más", es decir, que cumplían con la ley más básica de la economía humana.
Asimismo, su aversión a la pérdida llegaba a ser tan irracional como la de los seres humanos. En una ocasión, uno de los capuchinos asaltó la jaula de reparto del dinero y huyó del lugar de los hechos. Curiosamente, en lugar de comprar comida, le dio el dinero a una mona que, a cambio, mantuvo relaciones sexuales con él. Este fue "el primer caso de prostitución simiesca en los anales de la ciencia", revelan los autores.

PSICONOMÍA
A raíz del batacazo que recibieron los macroeconomistas con sus predicciones erróneas, surge una nueva corriente que explora la psicología del ser humano como alternativa para entender el funcionamiento real del sistema financiero.

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